La decisión no
es una acción aislada, sino que implica el desarrollo una serie de pasos o
fases que forman lo que se conoce como el proceso de toma de decisiones.
El proceso de
decisiones es impulsado por un acontecimiento que perturba la marcha de un decidor
hacia la obtención de sus metas, es decir, es necesario un hecho motivador que
puede consistir por ejemplo; en un problema o situación no prevista o en una
oportunidad no explotada.
La adecuada
percepción del problema o de la situación depende de 4 factores que influirán
fuertemente en el resto del proceso. Y estos 4 factores son los siguientes:
La existencia
real del problema, es decir, la diferencia o separación entre una situación
actual y otra deseada. Es lo que hace necesario la adopción de una decisión.
El decidor debe
conocer el problema, es decir, no sólo basta con que el problema exista, sino
que es necesario que el decidor sea consciente del mismo y pueda emprender
acciones precisas. El decidor debe ser consciente de la existencia de un vacío
entre la situación actual y la situación deseada.
El decidor debe
estar motivado para reducir la desviación o solucionar el problema, o lo que es
lo mismo, el decidor debe querer afrontar el problema, pues de otra forma no se
inicia el proceso de toma de decisión.
El decidor debe
tener capacidad para comprometer recursos de todo tipo que sean necesarios para
acometer el problema con garantía, si esto no es así, entonces el decidor no
puede ejecutar la acción seleccionada. Estas
condiciones son necesarias para que se pueda iniciar con éxito el proceso de
toma de decisiones.El decidor en
definitiva, debe tener suficiente información para afrontar el problema.
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